Dios quiere que el hogar sea el lugar más feliz de la tierra, el mismo símbolo del hogar celestial.Mientras llevan las responsabilidades matrimoniales en el hogar, y vinculan sus intereses con Jesucristo, apoyándose en su brazo y en la seguridad de sus promesas, ambos esposos pueden compartir en esta unión una felicidad que los ángeles de Dios elogian.3El hogar adventista (1894), 86, 87.
Ronald Ramirez
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