Los justos, al contemplar a Cristo en su venida, exclamarán: "¡He aquí, este es nuestro Dios! Le hemos esperado, y nos salvará". Como no conocemos el tiempo exacto de su venida, se nos ordena velar. "Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando". Pero los que esperamos la venida del Señor no debemos esperar ociosos. La expectativa de su venida debe llevarnos a temer los juicios que Dios enviará a los transgresores y a arrepentirnos de haber pecado, de haber quebrantado los mandamientos de Dios. Mientras esperamos la venida del Señor, debemos trabajar diligentemente. Saber que Cristo está a las puertas debe inducirnos a obrar con más fervor por la salvación de nuestros semejantes. Así como Noé dio la advertencia de Dios a los antediluvianos, todos los que entienden la Palabra de Dios deben dar la amonestación a la gente en este tiempo.
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