No es un pecado ser pobre o ser rico, pero un barómetro de nuestra experiencia cristiana es la forma en que tratamos a las personas que son diferentes de nosotros tanto en riqueza como en edad, educación o convicciones religiosas. Tendemos a mostrar más respeto a quienes percibimos que están “sobre” nosotros en la escala social, y a respetar menos a quienes están por “debajo” de nosotros. Recordemos que es fácil seguir las convenciones sociales aun cuando Dios nos llama a ser diferentes (ver Romanos 12:2).
8 SEMANAS HACIA LA SALUD INTEGRAL
Hace 13 años
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