No todos quieren aceptar la misericordia de Dios y someterse a ella. Los hombres tienen aún la libertad de oponerse y rechazarla; pero Dios está listo y dispuesto a tener misericordia de todos (2Pe_3:9). Todo su trato sabio y paciente con el hombre caído ha sido encauzado hacia el cumplimiento de este único propósito: la revelación del amor divino en la salvación de los pecadores.
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